domingo, 7 de febrero de 2016

EL DÍA EN SEPIA ES OLA DE LA NOSTALGIA.



El día de la sepia es el documental que Emilio Manzano con su viejo chaquetón de cuero republicano ha logrado luego de llevar a E. Vila- Matas al taller de Miquel Barceló en París. Se me ha hecho extraño el catalán íntimo de V-M. y el mallorquín de Barceló en esa tierra de nadie que es París. Se ve que ambos artistas se acaban de conocer. Luego luego parece que todo el tiempo ellos hubieran estado hablando de Paula como si estuviesen hablando de otra cosa, de aquel momento de luces de la juventud perdida. Después de años oigo el nombre de Vigil el ágrafo aunque yo edité El Zarpazo del barbero en Auqui. Vigil había estado en Mallorca haciendo el Diccionario erótico de Cela. Barceló muestra los retratos de Gimferrer y de Mesquida y también los de su madre, lo que lleva a Enrique a sentirse más cómodo junto a la taza de café.
Pero acto seguido asoman los recuerdos y las fotos fugaces. En una de colores reconozco a nuestras amigas de entonces insospechadamente más bellas de lo que tenía recordado. Con Javier Gómez de Pablos y Carlos Trías perfilados y las hermanitas Cabot que eran tres de mucho trapío. El inolvidable Paco Monje está con el torso desnudo. Está Jimena, por entonces novia de David Miró, el nieto del pintor. Creo que fue aquel verano en el que Paco y David marcharon de este mundo por culpa de la heroína. Lo dijo Barceló y lo señala Enrique “pertenezco a una generación que dio pocos poetas, pocos pintores, muchos guitarristas pop y sobre todo yonkis.”
En el minuto cuarenta hay una foto en blanco y negro en la que figura Vladimir Herrera el suscrito junto a Vila-Matas. Es, quiérase o no, la extrema juventud en la ribera de las Ramblas como algo que está a punto de olvidarse. Uno se acuerda de Fernando Corrujedo también. La gracia del documental está en la factura de catalán íntimo, lo que hace misterio en este continente castellanohablante con los retratos de Barceló y la sonrisa de Vila-Matas. El Manzano lo sabe.